EN EL HIPÓDROMO
Miles de personas bailaron “pa sacarse lo mojao”
Escribe: Simón Scalcini de la redacción de EL TIEMPO
El evento más importante del año de nuestra ciudad tuvo lugar el pasado martes. Ricky Martin brindó un espectacular concierto sin precedentes en Azul a pesar de la lluvia, el frío y el viento. Hizo un repaso por sus primeros hits y de los actuales mostrando más de 25 años de éxito ininterrumpido.

El martes a las 21 horas en punto, Ricky Martin comenzaba a cantar en el escenario montado en el Hipódromo de Azul ante más de 10.000 personas. Pero el show comenzó mucho antes.
Ni bien se supo la noticia de su llegada a nuestra ciudad, las “rickyes” se emocionaron con sólo pensar que podrían ver su ídolo bien de cerca, en su ciudad. La espera fue interminable, las expectativas crecían y los nervios invadían a cada una que se acercaba a los puntos de venta para adquirir su entrada.
El gran día llegó. Desde la mañana las que asistieron al show se dieron asueto de todas sus actividades diarias para dedicarse de lleno al cantante boricua. Elección de vestuario, acomodarse el pelo, maquillarse y escuchar los hits fueron las actividades predominantes.
Calles cortadas, vendedores ambulantes, viento y lluvia fueron el paisaje a la mañana. Todo indicaba que nada iba a cambiar, pero eso no importaba. Lo único relevante era Ricky, nada más.
La calle Mujica no entendía nada. Miles de personas, la mayoría mujeres, comenzaron a transitar los alrededores del hipódromo que había cambiado su fisonomía con el objetivo de arropar a todos los asistentes al show.
Algunos vecinos del lugar aprovecharon su cercanía espacial para hacer su negocio. Frente a las casas había fuego prendido con hamburguesas y choripanes, gaseosas y, visto el frío, café bien caliente. Otros, con patio abierto, hicieron de ese espacio un estacionamiento improvisado que se llenó de inmediato.
Un desfile de mujeres dispuestas a pasarla bien. En grupos, parejas o algunas solas estaban aptas a “correr para cruzar el disco” y quedar lo más adelante posible. Mientras algunas compraban binchas, gorras, remeras, buzos y ¡hasta almohadones! con la cara del ídolo, otras sólo estaban ansiosas por entrar y quedarse con el mejor lugar.
Algunos autos entraban al gran estacionamiento frente al show y tenían la música tan alta que los parlantes se quejaban. Obviamente, Ricky era el sonido preferido.
Una larga cola surgió alrededor de las 18 horas. Las puertas no se abrían y las presentes se impacientaban. No quedaba otra que cantar y bailar para hacerle frente al frío. “La mordidita” era el tema elegido, el que todas querían escuchar. Una verdadera prueba de fanatismo.
El ingreso
Con la entrada en mano entraron a los cuatro sectores dispuestos. Campo sin numerar, Vip, Vip Oro y Vip Platinum. Todo en orden y sin complicaciones entraron y la emoción se tradujo en caras sonrientes.
Largas pasarelas llenas de obstáculos. No porque el piso esté mal o haya algún problema. Se armaban colas para sacarse una selfie en el sector donde se iban a ubicar, con los banners con la cara del ex Menudo y hasta con el chico que cuidaba el ingreso. Él, sin problemas, accedía vestido de traje negro, camisa blanca y corbata del mismo color de los zapatos; pero sobre todo con muy buena onda para que ninguna de las chicas baje por un momento de las nubes. Un click y la foto ya estaba.
Con el olor de las hamburguesas del stand oficial, las chicas iban entrando. Todas las edades; desde pequeños niños “arrastrados” por sus madres hasta algunas más grandes.
Las fans de Ricky se pueden dividir por generaciones de acuerdo con las edades: estaban aquellas de “Fuego contra fuego”, que en el año 1991 le dio éxito internacional; algunas intermedias, que fueron cautivadas por el cantante puertorriqueño con su álbum “A medio vivir”, que incluye sus más grandes éxitos como “María”, “Tal Vez” y “Fuego de noche, nieve de día”; y las más recientes con su hit mundial “La mordidita”. Todas unidas por el amor a Ricky.
Ese amor se hizo saber todo el tiempo. Se podía descifrar en los gritos de mujeres una constante de “Ricky te amo” y eso que faltaban aún un par de horas.
Las horas pasaban. Frío y lluvia. Gente y más gente. Una multitud ya estaba lista para el show. De pronto, todo arriba del escenario se alborota; faltaba menos de media hora para el show y se percibía que Ricky ya estaba listo. En ese momento el hipódromo fue un solo grito. Agudo. Bien potente.
Los “plomos” comenzaron a sacar grandes lonas azabaches que cubrían los instrumentos, las pantallas gigantes, juegos de luces y los instrumentos musicales. Todo era imponente, estaba a la altura de los shows internacionales que visitan el país y esta vez, Azul era testigo de ello. Algunos rezagados faltaban entrar y se apuraron pero los mejores lugares ya estaban ocupados y celosamente custodiados. Al que madruga, Dios lo ayuda.
Bailar y enamorar
Apagón total en la platea y el grito se potenció al mil por ciento. El primer acorde y el “Rey del pop latino” ya estaba sobre el escenario cantando uno de sus temas en inglés más conocidos: “Mr. Put it down”. Sobre una plataforma más alta que el llano de su escenario con un traje gris oscuro impoluto, Ricky comenzó el show con sus poses más que sensuales que alborotaron a la multitud.
Abajo, sus 16 bailarines vestidos de negro realizaban coreografías al ritmo de esta primera etapa del show más que movida para que a todos se les vaya el frío. Pero ni bien apareció, ya nada importó: ni la lluvia ni el frío y nada que pudiera ocurrir en el entorno. Sólo había que pasarla bien y sí que lo hicieron.
Con una seguidilla de temas en inglés con los que el boricua cautivó a los angloparlantes, comenzó el show. Pero todo explotó cuando interpretó “Muévete duro” y ahí comenzó la verdadera fiesta. A esta primera etapa del show, estructurado en cuatro, la cerró con “Adrenalina”, uno de sus últimos hits acompañado de Jennifer López y el reggaetonero Wisin.
Ricky desaparece del escenario y sus bailarines realizan jugadas coreografías para que nada decaiga. Y vuelve con un saco blanco y un jean gris dispuesto a enamorar. Y ahí los lentos se apoderaron del show.
La emoción invadió todo. Algunas caras se veían por las ocho pantallas gigantes que mezclaban imágenes del cantante con el público. Algunas lágrimas corrieron por las mejillas de los más fanáticos cuando sonó “Disparo al corazón” y “A medio vivir”.
Grandes baladas le pusieron todo el romanticismo y ahí fue cuando saludó diciendo “Azul, cómo están?” y frases como “Te amo porque eres tú”; todas se apropiaron de esa frase y se sintieron las preferidas del astro latino.
Con “Fuego de noche, nieve de día” y “Vuelve” terminó este ciclo romántico, pero a esta altura ya estaban todas enamoradas. Así terminó esta parte del show jugando con el público, haciendo el típico izquierda versus derecha para ver quién gritaba más fuerte “Qué me importa el qué dirán”. Obviamente hubo empate.
Todas seducidas
En este marco, mientras Ricky se cambiaba nuevamente, se dio lugar para conocer lo que hace con su fundación homónima. Como filántropo trabaja para resguardar a menores de problemáticas como la trata de personas y educan sobre la existencia de estos delitos mediante investigaciones e iniciativas comunitarias, anclados en la defensa de los derechos humanos de la niñez y la juventud.
Cuando volvió, Ricky cantó su hit “Asignatura pendiente”, con imágenes de fondo que cobraban sentido en cada una de las frases de la canción: “Si contacto al niño que fui, tengo ganas de anclar y otras tantas de huir a algún sitio perdido”.
De pronto los bailarines salieron a escena nuevamente con poca ropa para bailar su más reciente hit junto con el colombiano Maluma. “Vente pa’ca”, dijo Ricky, y el hipódromo explotó. El baile comenzó nuevamente; hubo que moverse “pa sacarse lo mojao”, y todos corearon la canción.
Como no podía faltar “María”, representada en una bailarina, bailó en un momento caliente mientras daba un “pasito pa’delante y un pasito pa’tras”. Siguió con “La Bomba” y “Por arriba”, por abajo con una gran participación del público siguiendo la coreografía que los bailarines, y el propio Ricky, proponían.
La parada del One World Tour en Azul estaba llegando a su fin y las espectadoras no querían saber nada con eso. Mientras, Ricky hacía su último cambio de vestuario y el saxofonista hacía tiempo mientras la multitud tomaba aliento luego de bailar con todas las ganas.
Con “Pégate” volvió con todo para seguir seduciendo y luego de cantar un par de temas más, llegó la canción más esperada, pero a su vez la que marcaba el fin del show: “La mordidita”. Fiesta absoluta en el circo hípico, papeles de colores, humo blanco y una sonrisa perfecta marcaron el momento cúlmine. “Han sido un público hermoso”, dijo y salió del escenario.
Las luces se prendieron y las caras de miles de personas estaban signadas por la felicidad. No importó el frío ni la lluvia que había vuelto; los pies congelados y, en algunos casos, haber hecho cientos de kilómetros para poder verlo. La vuelta a casa fue organizada, coherente con el show. Algunos, para sacarse el frío, comieron algo en los puestos de comida y otros se acercaron a distintos restoranes de la ciudad.
Que faltaron temas es indiscutible. Pero es imposible abarcar más de 25 años de éxito en 1 hora y 45 minutos que sin dudas tuvo una alta calidad, a la altura de los shows internacionales que visitan este país.
SET LIST
- Mr. Put it down
- This is good
- Drop it on me
- Muévete duro
- Shake your bon bon
- Adrenalina
- Tal vez
- Vida Loca
- Asignatura pendiente
- Disparo al corazón
- Tu recuerdo
- A medio vivir
- Fuego de noche, nieve de día
- Vuelve
- Vente pa’ca
- María
- La bomba
- Por arriba, por abajo
- Pégate
- Go go go, ale ale ale
- La Mordidita